Espejo de agua

Repetición. Como un pulso. Constante, igual, indetenible hasta que. Encontrarme una y otra vez en el laberinto de espejos. Reflejo. Aunque en verdad, opacidad. La mujer detrás del marco, es otra. Apenas unos rasgos, imágenes deformadas de mí hasta creer en el extremo. Sí, de alguna forma, así podría haber sido, pero no, no me dejé llevar tanto. No soy ella, no es yo, y eso mismo es el horror.

Repetición. La imagen como una diapositiva una y otra vez, regresando. Cambiar y regresar. Práctica de una misma escena una y otra vez, apenas retocando el escenario que no importaba, y la actriz, que daba igual. Todo daba igual. Espectadora y actriz, y lejana. Una y muchas. Todas, para hacer ninguna y a la vez, yo misma. Ellas como yo, yo como ellas. A veces, tendía a creer en la verdad de todo aquello. Como si en el fondo, claro… allí estaba toda la cuestión. En el fondo ocurrían todos los temores con total naturalidad, lejos de mí, metiéndose.
¿Y que pregunta podía hacer yo si todo se mostraba tan certero, tan falaz que daba igual? Pero no daba igual. Por cada una, por cada espejo, algo de mí muriendo, quedándose indefectiblemente atrapada y asfixiada.
Lejos, y llorando, nada ocurre. Nada salvo de mí. A mi propio desconsuelo me entrego como defendiéndome, como si algo. Solo vaciamiento, y el agua escurriéndome en tus manos, imposible de permanecer, deslizándome hasta ya no ser.

Regreso al Sueño

Solo dormir, pero sin saber que dormía, que aun duermo. Un transcurrir de tiempo que no transcurre. Afuera, todo sumándose al pasado donde yo misma erraba yendo y viniendo desordenadamente. Lentitud. Despertar al sueño y repetir. Yo y mis campanadas siempre iguales, absurdas y mismísimas. Como si no hubiera ya otro modo, como si hasta fuera necesario en cierta forma, esa forma que ya ajada, repelemos. Ríspido encuentro malentendido.
No hay descanso, solo buscar inútilmente la piel que no está al lado y sentir mi propia ausencia. Vuelta a un lado y otro hasta el grito que rompe algo pero nunca sabré que es. Puro temor de lo que no recuerdo y se aproxima hasta acostarse y abrazarme, y me arrulla. Cada vez, nada sé lo que es y así.
Y sin embargo, la equivocación precisa. El (des)conocimiento de lo que me intriga y la respuesta que nunca llegará, la pura claridad de la verde angustia ahorcando y sin sentido.
Esta tranquilidad atestigua el cambio y entonces, desenredo. Remanso que viene a mí, y vos como olas, como hombre desconocido, a esta arena que desaparece casi sin darme cuenta. Todo es sueño si nada es realidad. Todo. Menos algo. Eso que he olvidado y sueño repetidamente una vez y más hasta volverme gota.