Pájaros Negros

Mis celos son pájaros negros, enormes y con manos. Vienen como brujas viejas y me llevan al pantano más horrendo. Allí, me bañan de aguas lodosas y me atan las manos y los pies. Me dejan a la deriva de la ira mas profunda de todas ellas, de todas ELLAS, y me dan de beber el veneno del peor engaño. Luego me cuentan cualquier cosa, un cuento de hadas quizás, o una historia inacabada de un hombre y una mujer, o aun peor, a veces me cuentan una historia incipiente. O mucho, mucho peor! una historia por nacer. Y yo, embriagada de tanta maldad y dulzura ajena prontamente empiezo a partir.

Me decaigo en todo ese fango,
en todo ese asunto por venir,
y me encierro entre los párpados
que es lo único que puedo hacer.
Así, de rodillas en la ciénaga escucho cuando te acercas. Primero son tus alas, como desde el cielo, como desde atrás; luego es tu voz, mezclado de palabras, mezclado de todas Ellas, luego, apenas un rato infinito después, me llega tu aliento, y tu voz de marrón. Ahí aparece la luz clara y azulada como la de un amanecer.
Todo es comprensible,
tu palabra transformada
empieza a contarme también.
Y entiendo tus cada cosas,
comprendo tu razón y enojo
y entiendo tu comprensión.
Y ahí es cuando te veo negro, batiendo tus alas en mi cara, lastimándome la piel y el carmín y es mi momento de nacer. Me recobro, camino hasta la orilla y todo parece fácil, mis manos no están atadas, mis pies caminan en la hierba, tu voz es recuerdo desde los sueños y empiezo a sospechar. Es todo una gran falacia, un montaje para odiarte. Me observo desde la orilla, te escucho palpitándote y batiéndote. Me veo en el fango y vos ni siquiera estás. Entonces quiero socorrerme, volver a despertarme y que me arrulles. Que saques la jaula de tus palabras y atrapes a todo ese mal. Que mieles ese veneno con tu manos, que fallezcan los pájaros negros, la ira de ELLAS. Es el momento de tu beso, de tu sello que abre mis ojos y me deja descansar.
Reposo.
Ahora llueve
el universo la tristeza
y ya no hay pájaros,
ni cuentos,
ni escenarios.
Solo manos atadas, boca atrapada, pies enredados, ojos bien abiertos, piel devorada y celosa, pájaros baratos, celos negros muertos con tu beso ...
y tu ausencia infinita y mortal.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Maga, ¡eres valiente! ¡qué valiente! ¿quién se atrevería a una confesión sobre nuestro lado oscuro, que negamos y reprimimos? Es muy bello y poético.
Un beso enorme

Edmundo Dantés dijo...

Valiente en verdad. Y bellísimo. Ahora entiendo algunas cosas. Saludos.